Esa escarchada mancha en el techo
y esas paredes humeantes del traspaso con tiempo.
Esos vidrios rasgados que dejaban entrever,
a escondidas, la candela de la mañana.
Ese viento sigiloso que entre susurros
se metía en nuestra cama.
Esas colchas viejas con colores desaliñados
que de tan viejas ya no abrigan;
y las almohadas, esas almohadas que sólo hacen compañía.
Desde aquel colchón hundido, lleno de palabras por tanto uso y abuso,
sostengo tu guitarra que llora una canción antigua,
que llora despacio,
que llora el silencio que caminó sonámbulo por toda la habitación.
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