viernes

después de dos días y un tal vez de una mentira


Una noche burbujea el sol 
cuando un beso marchito de dos días 
me muestra que el tiempo transita en la calle 
de las oraciones no tan desnudas.
Entre manos, un no-recuerdo 
que me deja adornada de enojo.
Me descubro relatando la intriga, 
sin escupir una palabra 
que nos muestre un poco lo que somos.
Sin embargo, nos arde la boca al mirarnos 
y nos inundan los sueños de fotos desgarradas. 
Un juego profético de dudas 
que ni intenta resolver nuestra distancia.
Tus brazos se aferran a mis creencias imaginarias 
entendiendo el vicio de mi pelo destrenzado
para que vuelva a quedarme desvistiendo palabras.
Para que vuelva a creerte como ya te creo.

jueves

votos

Conocer el amor en todos sus aspectos es precisamente esta promesa.
La posibilidad de ser parte de uno de los pocos momentos de comunión total que puede vivir el hombre.
Cuando miro profundamente a los ojos de quien amo sé que entre nosotros no hay barreras y nos damos cuenta que ambos empujamos hacia el infinito en esta dinámica de los sentimientos.
Aceptando el riesgo de creer en el amor, siendo este el verdadero fin de nuestra existencia; y, que hemos decidido estar juntos para vivirlo inmediatamente, íntimamente cada día.
Sentir y sostener que el amor es todo y el todo cobra sentido en nosotros.
Comprender la maravillosa experiencia de que mirarnos no es sólo mirarnos, sino buscar el punto de encuentro entre un hombre y una mujer que quieren empezar a vivir, a volver a crear todo los dos juntos.
Te amo porque no me pides que sea tuya sino que viva contigo, compartiendo el descubrimiento común de todo lo que existe.

miércoles

al pasar

Violando cada milímetro de tu piel
Mutilando tu cuerpo con caricias 
Cayendo rendidos, exhaustos, corrompidos
Y el reloj impaciente nos escupe odiosamente que son las 7 y 20...

teoría de la sorpresa


Huir de la monotonía del encuentro, 
hacer de cada beso el último y el primero. 
Confiar en la sorpresa de una sonrisa 
y pensar que un abrazo puede crear más que tu imaginación. 
Sostener la postura firme 
que una nota encontrada en un bolsillo 
abre las ventanas a una realidad desconocida. 
La teoría de la sorpresa es infinita.
Puedes crear lo que quieras, 
la manera perfecta, la fórmula imposible 
para que la rutina muera 
y nada desgaste 
y todo convierta.

martes

porque puedo

Suspiro la libertad eterna de llorar cuando quiera, 
suicidarme de a poco con los cigarrillos 
o volver caminando a mi casa 
cuando sienta la imperiosa necesidad de que me quiero cansar. 
Puedo adularme la vida explayándome en aventuras 
con palabras inventadas que si quiero las puedo amaestrar. 
Puedo callarme y quedarme en silencio por horas, 
el tiempo pasará por igual. 
Tengo la libertad de hacer lo que quiera. 
Sin embargo, no debo nada por hacer. 
No tengo compromisos pendientes y nadie me espera, 
pero puedo argumentar al destino que lo puedo vencer... 
Garabateo absurdamente este idioma en una hoja 
que no me puede juzgar. 
Pero soy tan libre que hasta puedo escribirte un poema 
y tener la libertad de guardarlo 
hasta que un día tus ojos me quieran hablar.

el pibe aquel

De pibe ya limaba las estrellas
No se comía una
Y la pasta le llenaba la cabeza.
Los cuervos que se la hicieron fácil
Le sacaron los ojos por un pelpa.
Le tomaron la instantánea de su vida,
Y lo metieron en una gran cama de piedra
Pero salió y rasguñó hasta la última hilera.
Le vendieron una farsa hecha de niebla
Y sufría cada noche por un par de secas.
Las minas no se le regalaban
y ni dos mangos pagaba por sus piernas.
Le escribió las quejas de su vida
dedicadas con cariño a alguna jueza.
Lo perdió todo en un par esquinas
Y lo demás con una rusa
Que ya tenía las seis cargadas
Para no fallar a la primera.
Pintaba de tipo medio duro
Pero los hilos se cortaron con la vuelta.
Ya no quedaba para él ni medio viaje
que en su vida no hubiera recorrido.
Terminó con la primera estrella
su largo pasaje hacia la tierra.
Y la cruz de madera que antes llevó encima,
hoy reposa a su lado
con sus manos más que blancas
y una bala en su cabeza.

unas manos entendidas


Mis manos, en tus áridas quimeras, 
queriendo recorrer los laberintos de sudor de tus caminos infinitos,
reconociendo tus labios lentamente,
siguiendo la melodía de tus brazos en el baile de arrumacos
dejando así en mi espina dorsal el deseo 
mientras temblando te respiro.
Te acurruca la noche y tus ojos se aíslan del mundo, 
te enmudece el sonido de los sueños, 
se alejan los ecos del día 
y tu taquicardia parece tímida. 
Cuando todo te destierra del estímulo, 
tu voz rebota en esta habitación, 
se multiplica con cada "debería haber..."
La imagen de tu silueta se despliega desprejuiciada 
por cada segundo de piel que tropieza; 
sutilmente la abraza despacio, regalándose, 
como si conociera sus secretos.
Las notas se suceden en un concierto de violines 
con mis piernas tocando la armonía de tu espalda, 
queriendo saborear cada momento 
del paralelo imaginario en donde nos encontramos.
Repentinamente mis manos entienden y te saben lejos, 
y le enseñan al cuerpo el camino a la calma, 
y todo se produce mientras tu boca no imaginaria 
suspira la inconsciencia de estar aislado de mi...

preludio


Esa escarchada mancha en el techo 
y esas paredes humeantes del traspaso con tiempo.
Esos vidrios rasgados que dejaban entrever, 
a escondidas, la candela de la mañana.
Ese viento sigiloso que entre susurros 
se metía en nuestra cama.
Esas colchas viejas con colores desaliñados 
que de tan viejas ya no abrigan; 
y las almohadas, esas almohadas que sólo hacen compañía.
Desde aquel colchón hundido, lleno de palabras por tanto uso y abuso,
sostengo tu guitarra que llora una canción antigua, 
que llora despacio, 
que llora el silencio que caminó sonámbulo por toda la habitación.

se volvió más ella


En un taxi se volvió más ella.
Subió las escaleras y prendió un cigarrillo.
Subió al tren y se fue yendo.
Cuando llego a Chacarita todavía masticaba el dolor.
En La Paternal se acordó que la noche se hace demasiado larga
y fue tratando de domesticar temores.
En Sáenz Peña se sentía más libre 
y en Santos Lugares no pudo más.
En Palomar encontró la antorcha.
Después se puso en pie 
y sintió la libertad en todo el cuerpo
pero en ese instante tuvo miedo.
Se bajó y, como siempre, lo buscó 
y lo espero incansable en aquel banco traidor.
Toda ella se derrumbó en este abandono.

a pesar de cualquiera


Su cabeza una caja llena de peros.
Su alma inmaculada pisándose los talones con su sombra.
Sintiendo como respira la luna sobre la nuca
mientras sigue otra vez la ruta.
Hecha un despojo de sonrisas cuando recuerda quien se las roba.
Dos puertas que cierra 
y una cama que la invita a desayunar con él.

jueves sin sol


Entré una noche pendoneándome en un bar de comadrejas y conejas,
atrapados en una telaraña humeante de cigarros a medio apagar.
La humedad corriéndose por las paredes y a mi vera
tres arquetipos insufribles con una mala mano de póquer.
Temblequeantes cargaban con habanos y sus cartas;
las gargantas, con unos cuantos vasos de licor, estropeando carcajadas.
Una barra deslustrada de codos y codazos,
un borracho aburriendo insinuante a una abatida camarera
mientras olíamos el cansancio del trapo secando el mostrador.
Escudriñados en una mesa,
unos ojos delictivos izándose para dejarse caer tan tristes y tan solos.
Un billar dormido, aturdido con reminiscencias de un pasado lleno de juergas.
Cuando el tabaco se asomaba presuroso entre mis dedos
y mis piernas insinuaban un triste vaivén,
la soledad decidió tomar partido en mi mesa.
Como sincronizado, él, intentando rescatarme de conclusiones desesperadas,
caminó sublime hacia mi alma y desterró de la silla a la nostalgia.
Los besos bailaron toda la noche una canción que no llegaron a tararear.
Amaneció con despedida y un regreso prometido en el quinto bolsillo de mi pantalón.
Recelo que algún día la soledad lo vuelva a invitar a nuestra celebración.