martes

porque puedo

Suspiro la libertad eterna de llorar cuando quiera, 
suicidarme de a poco con los cigarrillos 
o volver caminando a mi casa 
cuando sienta la imperiosa necesidad de que me quiero cansar. 
Puedo adularme la vida explayándome en aventuras 
con palabras inventadas que si quiero las puedo amaestrar. 
Puedo callarme y quedarme en silencio por horas, 
el tiempo pasará por igual. 
Tengo la libertad de hacer lo que quiera. 
Sin embargo, no debo nada por hacer. 
No tengo compromisos pendientes y nadie me espera, 
pero puedo argumentar al destino que lo puedo vencer... 
Garabateo absurdamente este idioma en una hoja 
que no me puede juzgar. 
Pero soy tan libre que hasta puedo escribirte un poema 
y tener la libertad de guardarlo 
hasta que un día tus ojos me quieran hablar.

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