viernes

siete antes de diez



Los abrazos que sincronizan lo des-sincronizado.
Pero si yo te contara de vos...
Tu cuerpo como acertijo que no se por qué mi cuerpo descifró.
Tus manos, con una pasión que desparrama las sabanas recién cambiadas.
Tu boca, ese vicio consistente, 
apetito desordenado de la carne.
En tus ojos, la comprensión de mi locura, 
la promiscuidad de mi ego desatendido.
Tus brazos, el resguardo contra mis penas 
cuando me acobijan sin pensar que están limpiando mis problemas.
Tus caricias, el río en que enjuago poco a poco mis caprichos 
y recuerdos no elegidos.
Tu risa, que ayuda a mi risa a deponer su timidez 
y a volverse sostenible 
cuando sacarla a pasear no es tan fácil como antes.
Me descubrís escribiendo taquicardias 
que se expresan solo por encontrar una fecha del calendario.
Deberías saber que están alborotándose cada día que despertamos.
No puedo prometerte el cielo, 
es que no puedo prometerte nada.
Te pido que confíes plenamente en mi palabra sin promesas.
Que creas a ciegas en este amor enfermizo 
que me llena la cabeza, el pecho, la clavícula, el esternón, 
cada una de las costillas, el antebrazo, el brazo, las falanges, 
la cadera, la vagina, las piernas, los tobillos, las rodillas
y hasta el alma si algún día se pudiera llenar.
Te pido que permitas que lo entregue todo, 
que me liberes aunque no lo entiendas.

jueves

inconsciente



Tu cuerpo inconsciente murmura a las sombras 
que de a ratos los ojos nos muestran.
Tu fe te envuelve entre las pieles para creerte sin miedos.
Tus inhóspitos latidos resuenan en mis dedos 
y te fundes para volverte etéreo.
Camino intranquila 
hacia una tormenta de hojas colmadas de alegatos
que lavan la mugre impregnada en el alma.
Me congelo en este simulacro de ausencia
cuando el devenir me trae al todo 
al no esperar nada.
Me sumerjo en la maraña de tus arrumacos,
que me respiran, me aquietan, me calman.